Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Este poema de Martin Niemöller, un pastor de la
iglesia luterana alemana que le tocó vivir las dos grandes guerras del siglo
pasado, y en muchas ocasiones atribuido a Bertolt Brecht, tiene su origen, según el
propio autor, en el sermón que pronunció en la Semana Santa de 1946 en Kaiserslautern (Alemania), y que se
titulaba “¿Qué hubiera dicho Jesucristo?”.
Dos años antes de morir en 1984 y con motivo de su
90 cumpleaños, Niemöller declaró que había empezado su carrera política “como
un ultra conservador que aspiraba al regreso del Kaiser y ahora soy un
revolucionario; si llego a los cien años, es posible que me convierta en
anarquista”.
Creo que tanto el conocido poema como la reflexión
del final de sus días, tiene una clara y rotunda aplicación a la España de
2014
.
Es más que probable que muchos ciudadanos de este
país estén relativamente pasivos ante lo que está ocurriendo en él, porque
creen que las medidas que se están toman “no van con ellos”. Yo no tengo
hipoteca; yo no compré preferentes; yo no tengo hijos en edad escolar; yo tengo un trabajo fijo; yo puedo pagar mi
sanidad; yo tengo un plan de pensiones privado; yo soy “formal y buena persona”
y no me afecta la reforma del Código Penal; yo no voy a manifestaciones, ni
hago huelgas, ni rodeo el congreso, y no me afecta la ley de seguridad
ciudadana; yo no voy a abortar; yo no vivo en Cataluña y me da lo mismo lo que hagan; etc., etc., etc.
Pues queridos compatriotas, es más que probable
que, cuando te toque a ti, que no lo dudes que te tocará, ya no haya nadie a tu
alrededor que pueda protestar. Estarás solo.
Y con respecto a su evolución política reconocida
al final de su vida por Niemöller, muchos españoles, ante la que nos está
cayendo, estamos a punto de convertirnos ya en revolucionarios. Espero que no
tengamos que terminar convirtiéndonos en anarquistas y terminemos reclamando “la
abolición del gobierno, es decir, de toda autoridad, jerarquía o control social
que se imponga al individuo, por considerarlas indeseables, innecesarias y
nocivas”.
Desde un punto de vista personal recuerdo que,
cuando hace más de treinta y cinco comencé a militar en el PSOE, muchos de los
compañeros de entonces me consideraban un “joven socialdemócrata”. Hoy, y a la
vista de las propuestas y actitudes del actual PSOE, me da la sensación de que
me consideran “un peligroso y radical izquierdista”.
En fin, me vais a permitir que termine con otra
cita, también erróneamente atribuida a Cervantes en su Don Quijote: “Cosas veredes, Sancho, que farán fablar las
piedras”.