La libertad

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Miguel de Cervantes

domingo, 14 de abril de 2013

¡Viva la República!


En torno a la celebración del 82 aniversario de la proclamación de la 2ª República en España, el 14 de abril de 1931, y coincidiendo con el peor momento en la reciente historia de la monarquía de los borbones en nuestro país, se están celebrando actos y desarrollando debates en torno a si es bueno, necesario y oportuno, abrir ahora el debate entre estas dos formas de estado.
Vaya por delante mi total y absoluto convencimiento de que, en un sistema democrático, todos los debates se pueden mantener siempre, y además es bueno que así sea.
Ninguna ley, ni siquiera la Constitución, es eterna e inmutable. Parafraseando el Nuevo Testamento, “el sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado” (Mc 2 27), la Constitución y las leyes están hechas para el hombre, y no el hombre para las leyes.
Esto es así, y de hecho nuestra Carta magna ya ha sido modificada en dos ocasiones. Una para permitir a los ciudadanos de la Unión Europea ser candidatos en las elecciones locales, y la otra –malhadada sea su hora- para fijar constitucionalmente un techo del déficit estructural.
La primera de las reformas venía fijada por el Tratado de Maastricht, y la segunda para “quedar bien” ante nuestro socios de la Unión Europea, principalmente con Alemania.
Pues bien, ya puestos, ¡yo quiere parecerme a Alemania! Y por lo tanto, quiero ser una república como ellos.
Y además, quiero que nuestro modelo sea lo más parecido al alemán. Los presidentes de la República Alemana no son elegidos por votación popular directa, ni tampoco por los parlamentarios del Bundestag (equivalente a nuestro Congreso de los Diputados), sino por la Asamblea Federal, compuesta por los diputados del Bundestag y el mismo número de representantes enviados por los Parlamentos de los Estados federados, los cuales  no tienen por qué ser políticos, sino que a menudo son enviadas también personalidades, por ejemplo, de la cultura y el deporte. El objetivo es darle de esa forma a la Asamblea Popular un perfil que refleje más a todo el pueblo.
La monarquía es una institución absolutamente antidemocrática, pues se fundamenta en la herencia de la Jefatura del Estado, en lugar de por la elección del cargo. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su Artículo 2. 1, establece que “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.”
El que en el año 1978 el reconocimiento de la Monarquía Parlamentaria como forma de gobierno fuera un pacto para salir de la dictadura, no hace que esto deba ser así eternamente. Cuando una institución deja de ser útil, se cambia y punto.
Y en mi humilde opinión, la monarquía española, no solo ha dejado de ser útil, sino que se ha convertido en un problema.
Así que abramos el debate y, si es preciso, cambiemos la Constitución.

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