La libertad

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Miguel de Cervantes

martes, 22 de enero de 2013

El sábado ha sido instituido para el hombre, y no al revés

Hace unos días, asistí en una parroquia palentina al funeral por el padre de un buen amigo. Dada mi infrecuente presencia en actos religiosos de cualquier índole y creencia, cuando asisto a alguno de ellos suelo prestar atención a las palabras del oficiante. En esta ocasión una de las lecturas del sacerdote, católico por supuesto, fue la que transcribo a continuación, correspondiente al Evangelio según San Marcos (Mc 2 23-27): Y sucedió que un sábado cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Decíanle los fariseos: “Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?” Él les dice: “¿nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, como entró en la Casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?” Y les dijo: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.” (Lo resaltado en negrita es mío)

Mientras el cura repetía, con mayor o menor fortuna, las consabidas palabras de ánimo y consuelo para los deudos del difunto, y recurría al manido consuelo para los creyentes de que todo lo que hemos sufrido en este mundo tendrá su recompensa en el “más allá”, que dios escribe recto con renglones torcidos, etc., a mi me venía a la cabeza la carga de sublevación y rebeldía que la frasecita de marras encerraría, si es que de verdad alguien la pronunció, en aquellos tiempos regidos bajo los estrictos mandatos de la ley judaica.

El sabbath era, y es, para los judíos creyentes y practicantes el día sagrado dedicado solo y en exclusiva a dios, estando absolutamente prohibido realizar ninguna otra tarea, y así lo recogen cientos de citas en la Biblia: “Guardad el sábado, porque es sagrado para vosotros. El que lo profane morirá. Todo el que haga algún trabajo en él será exterminado de en medio de su pueblo. Seis días se trabajará, pero el día séptimo será día de descanso completo consagrado a Yahvé. Todo aquel que trabaje en sábado morirá” (Éxodo 31 14-15).

Solamente nos podemos hacer una muy ligera idea de lo que esta frase tiene de subversiva y revolucionaria, en boca de un “presunto Mesías”. Estaba cuestionando, ni más ni menos que uno de los preceptos más sagrados del judaísmo, la obligación de dedicar un día a la semana a su dios. Es decir, en el fondo estaba poniendo en cuestión el poder de los sacerdotes para erigirse en legisladores y organizadores de la vida de los hombres.

Y también me puse a pensar en cómo han tergiversado este mensaje de rebeldía los jerarcas de la Iglesia Católica, que pretenden ser, en exclusiva, los intérpretes actuales de las palabras de su fundador.

Frente al mensaje del inspirador del cristianismo de que el sábado, es decir la religión, está instituido para el hombre, y no al revés, la mayor parte de la jerarquía católica pretende hacernos tragar con que, en realidad, el hombre está para servir a la religión. Según ellos, primero está su religión y sus preceptos y obligaciones, y después está el hombre, obligado y sometido a los mismos, sin pararse a pensar si esos preceptos son absurdos o no.

Pretenden ser ellos, a imagen y semejanza de lo que hacían los sacerdotes judíos de hace dos mil años, los que dicten las normas legales que han de regir en la sociedad actual. Pretenden, olvidando de manera flagrante y vergonzosa lo que su fundador respondió a los fariseos, que el hombre está instituido para los preceptos y normas que ellos dictan, y no al revés.

En el fondo, y en la superficie, añoran el poder que antaño tuvieron los Sumos Sacerdotes; e incluso tienen una pecadora envidia a lo que ocurre en la actualidad en muchos países del mundo árabe en los que rige de forma total y exclusiva la sharia, el código detallado de conducta y los cánones que describen los modos del culto, pero también los criterios de la moral y de la vida, las cosas permitidas o prohibidas, las leyes separadoras entre el bien y el mal.

¡Lo qué cuestan olvidar los más de cuarenta años de nacional catolicismo!

1 comentario:

  1. Otros dirigentes "sacerdotes" se han apoderado de las palabras del revolucionario para perpetuarse en el poder en contra de los antiguos dirigentes "sacerdotes" del antiguo poder.
    Y el problema es que esto se pude aplicar a muchas situaciones, no solamente a la lucha entre religiones.

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