La libertad

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Miguel de Cervantes

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Las creencias personales y el servicio público

A menudo ocurre que las creencias personal, religiosas, políticas y de cualquier otro signo, interfieren en la actuación de los que son, por el cargo que ocupan, servidores públicos, es decir, servidores de "toda la sociedad", haciendo un flaco servicio al objetivo prioritario en toda sociedad democrática de separación entre creencias personales y el funcionamiento correcto de la sociedad, es decir, entre iglesia y estado.

Sobre este asunto, que en ocasiones adquiere dimensiones de hondo calado político, cuando los afectados ocupan gargos de especial relevancia en las instituciones del estado, el profesor de Bioética Pablo Simón, publica un interesante artículo en el diario EL PAÍS de hoy: "El aborto en España visto por un católico belga".

"Los mismos obispos belgas se mantuvieron en un discreto segundo plano durante el proceso de debate de la ley. Estaban en contra, obviamente, por coherencia con el Magisterio. Pero nunca dieron una batalla tan feroz como la que la Iglesia ha dado en España ante la llamada reforma de la ley del aborto -batalla que no dio, por cierto, en los ocho años de Gobierno del Partido Popular-. Y por supuesto, según me dicen aquí, ningún obispo llamó a los profesores de Lovaina para decirles lo que debían pensar o escribir, cosa que no puede decirse precisamente de los obispos españoles respecto a los centros de bioética de sus Universidades o Facultades de Teología."

"Pero no tengo tan claro que en España estemos en este punto. Y el posicionamiento del magistrado del Constitucional me lo sugiere aún más. La influencia de "lo católico" sigue sobrepasando claramente los límites de lo aceptable en una sociedad pluralista y democrática. Es grave, a mi modo de ver, que alguien pueda pensar que la constitucionalidad o inconstitucionalidad de una ley pueda ser evaluada con un instrumento distinto al de la propia Carta Magna. Menos aún, con el catecismo de la Iglesia católica. Y es que los funcionarios públicos deben tomar decisiones basadas en el interés público, no en sus presupuestos morales privados."

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