La libertad

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Miguel de Cervantes

domingo, 13 de diciembre de 2009

Añorando la “inquisición”

Con el pretexto “oficial” de presentar la “Declaración ante la crisis moral y económica” aprobada en la última Asamblea plenaria del episcopado español, el obispo y jesuita Juan Antonio Martínez Camino, mano derecha y portavoz del cardenal Rouco, nos ha obsequiado con algunas perlas que, si no fuera por lo que en el fondo significan, servirían de inspiración a humoristas y chistosos durante muchos días.
Monseñor Martínez Camino, sin la menor alteración de ese “rostro feliz del que acaba de comerse un codillo” (Manuel Vicent en EL PAÍS. 13-12-2009) y que cada vez me recuerda más a Tomás de Torquemada, se ha despachado con la siguiente reflexión: el aborto no sólo es un “pecado grave” sino que debería ser considerado un “delito” que lesiona la moral y “el mandamiento de no matarás”. Y a continuación se pregunta: “¿Puede alguna legislación civilizada considerar que quitar la vida a un ser humano inocente no es un delito?”
¿Qué pasa Monseñor? ¿Añoramos épocas pasadas?
El sector dominante de la jerarquía católica española parece añorar épocas pasadas, unas muy “pasadas” y otras no tanto, en las que las leyes que se aplicaban a los españoles, fueran o no cristianos católicos, las dictaban los obispos.
Por desgracia para esta España de nuestros dolores, prácticamente desde que a finales del siglo XV, en 1478, los Reyes Católicos crearon la institución del “Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición” que estuvo oficialmente vigente hasta que en 1834, durante el reinado de Isabel II, se abolió definitivamente, y más recientemente durante los 40 años de dictadura del general Franco, las leyes de este país han sido dictadas y ejecutadas bajo la dirección “espiritual” de los jerarcas de la Iglesia católica de cada momento histórico.
Aunque la “inquisición” nos queda a todos un poco lejos, muchos españolitos de a píe recordamos perfectamente cuando el no ir a misa un domingo, cosa pecaminosa según el tercer mandamiento, “santificarás las fiestas”, era motivo para la intervención de la “autoridad gubernativa” que te podía sancionar con la correspondiente multa. O cuando la homosexualidad, pecado contra el sexto mandamiento, era castigada con la cárcel. Y que me dicen de los cartelitos en algunos lugares públicos con la advertencia de “prohibido blasfemar, bajo multa de …. Pesetas”. Y de las multas a los bares que no cerraban en los “sagrados días” de la semana santa.
En fin, a monseñor Martínez Camino se le ha visto por fin el plumero. Yo creo que él mismo se dio cuenta de lo que estaba dejando ver y trató de arreglarlo diciendo que “no todo lo que es pecado, tiene que ser delito”. ¡Faltaría más!
¿Quieren Rouco Varela y Martínez Camino que la homosexualidad sea de nuevo delito? ¿Solo la homosexualidad o también vivir en pareja heterosexual en pecado al no estar casados por la iglesia? ¿Quieren que sea delito masturbarse? ¿Tener fantasías sexuales con el vecino o la vecina, con el compañero o la compañera, nos debe llevar a la cárcel? ¿Blasfemar? ¿No ir a misa los domingos y fiestas de guardar? ¿Divorciarse y volverse a casar?
Si la jerarquía católica más reaccionaria y conservadora quiere que “algunos” mandamientos sean delito, yo les sugiero que lo sean el octavo, “no darás falso testimonio ni mentirás”, y el décimo, “no codiciarás los bienes ajenos”, y que empiecen por aplicárselos a algunos empresarios y políticos actuales que todos tenemos en mente a los que vemos con demasiada asiduidad fotografiándose al lado de altas jerarquías de la Iglesia y a los que, desde luego, no he oído que les hayan prohibido la comunión.
Gracias a la Constitución española de 1978, a la que por cierto apoyaron y ayudaron a concebir muchos cristianos y algunos obispos católicos, que establece la libertad de expresión y la libertad religiosa como algunos de los derechos fundamentales, los actuales jerarcas del catolicismo español pueden y deben decir lo que crean más conveniente, pueden organizar todas las manifestaciones que les parezca oportuno, pueden negar la comunión y sus restantes sacramentos a quien lo crean necesario, pero lo que de ninguna manera pueden hacer es dictar el Código Penal, ni el Civil, ni ninguna norma de las que regulan la convivencia y la vida de todos los españoles, sean cristianos, católicos, judíos, islámicos, ateos o agnósticos. ¡Faltara más!
En el fondo de sus corazones, algunos obispos de la iglesia católica lo que tienen es una “envidia insana” de aquellos países que se rigen en sus normas legales por preceptos religiosos, sean estos la Sharía o la Torá.

2 comentarios:

  1. A los ateos os molesta que la iglesia católica opine sobre los temas que escuecen. Yo creo que lo que dice la Conferencia Episcopal sobre el aborto, y sobre otros muchos temas, es de una lógica aplastante, además de ajustarse a la la Ley natural. Todo lo que este gobierno está legislando sobre la homosexualidad, la identidad de género, el aborto, la eutanasia o la manipulación genética, no es más que un paso dentro del camino hacia el laicismo más beligerante y a la persecución a la que está sometida la Iglesia Católica en España.
    Mucho mejor marcharía España si se hiciera más caso a la doctrina de la Iglesia Católica, y si los gobernantes se inspiraran más en la misma.
    Lo siento por los ateos como tú, pero espero que los dirigentes de la Iglesia Católica sigan opinando en voz muy alta, y guiándonos con La Verdad.
    Cuando el ateísmo se impone en la acción de los gobiernos, estos llevan a sus pueblos a la ruina moral y económica, como ha ocurrido y ocurre con la URRSS y Cuba.
    Espero que te atrevas a publicar este comentario.

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  2. Muy bueno. Gracias por mandarme a la columna de Manuel Vicent en EL PAÍS. Hoy no lo he comprado y se me hubiera pasado. A mi me recuerda al "gordo y el flaco", pero con más peligro.
    O alguien les para los píes o vamos camino de una teocracia. Y la verdad es que al gobierno de Zapatero no lo veo muy animado a hacerlo. Cada día que pasa les concede más dinero y más privilegios.
    Por cierto, ¿cuánto nos va a costar a los españoles, creyentes o no, la próxima visita del Papa?

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